Poco después de escribir la anterior entrada del blog, hablé con mi mentor, Thomas Hertlein.
Sentía que estaba actuando un patrón que desde pequeña repito en mi vida.
Cuando me siento rechazada por un hombre, se desencadenan una serie de acontecimientos que repito una y otra vez.
Una vez me siento rechazada, empiezo yo a rechazar al hombre y acto seguido huyo, cambio de ciudad, pais o de amigos.
Es como un programa que se activa y siempre repito.
Los hombres y las situaciones cambian, pero siempre aparecen los mismos personajes y la misma secuencia de acontecimientos, consciente de ello y creyendo que no tenía salida para hacerlo diferente, llamé a mi mentor…
Luisa, me dijo:
- los programas están para llegar a conseguir algo, cuando este programa te lleva donde tu quieres, lo sigues. Pero cuando no te lleva donde quieres, DÉJALO!
-Tú controlas los programas, y no ellos a ti.
- Es como si entraras en un tren y una vez dentro de él, te das cuenta de que te lleva a un sitio diferente al que tu quieres ir…
- Qué harías entonces?
- Bajarme, respondí
- Pues lo mismo con los programas.
La conversación realmente me calmó, pero en mi interior continuaba una lucha entre lo antiguo y la posibilidad de hacerlo diferente.
Es como si todavía pudiera oir la voz de mi madre recordándome millones de razones por las que seguir con el programa antiguo.
Pero otra voz, cansada de huir y con muchas ganas de hacerlo diferente, cada vez toma más fuerza en mi interior.
Podía sentir dentro de mi la necesidad de cambiar los barrotes de mi jaula o de quitarlos…
Mi patrón de rechazo me ha traído muchos beneficios en mi vida. Sin embargo, ahora busco otro tipo de beneficios:
Busco la cercanía, un “ir juntos”…
Busco la capacidad de comprometerme sin necesidad de huir, poder atravesar junto a la persona a quien amo, las zonas más dolorosas de mi corazón sin tener que huir ni abandonarle.
Hoy es miércoles y son las 7.20 de la mañana.
Sigo en mi proceso, todavía en lucha dentro de mi…